miércoles, 15 de mayo de 2013

Dora Maar


Dora Maar tuvo una activa y prolífica vida antes de conocer a Picasso. Estudió en la Academia de Fotografía liberal de París, se codeó con importantes personalidades de la fotografía: Harry Meerson, Pierre Keffer y George Bataille entre otros,  trabajó en revistas de moda como Madame Fígaro, consiguió introducirse en el mundo surrealista y documentó la realidad social de ciudades como Barcelona, Londres y Paris. 

Las piernas. 
  
En 1936 comienza su relación con Picasso. Poco después ya se podía intuir un cierto tono de desesperación y dramatismo en la correspondencia que Dora le envía a su amado. Posiblemente, comenzaba a intuir sus infidelidades y temía que la abandonase por sus ataques de celos: ‘’Perdóneme esas escenas; no se lo tome en serio, mejor reír,  y trataré de corregirme’’. Tras estas débiles y sumisas palabras es complicado imaginarse a una mujer de fuerte carácter, inteligente e independiente, que tanto solía caracterizarla. Animada por Picasso abandona la fotografía, aquello en lo que comenzaba a ser relevante, para abrazar la pintura y convertirse en una pintora mediocre.
Picasso consiguió extraer hasta el último reducto de personalidad y creatividad que Maar conservaba; su mirada crítica, su sensibilidad y su pasión por la fotografía, estuvieron sentenciadas el día que conoció al maestro.

                     
Naturaleza muerta, 1947.
                                                                                                      

Intentamos pensar qué hubiera sido de Dora Maar si no hubiera conocido a Picasso, y nos preguntamos si habría sido reconocida por sus propios logros... La crítica de arte Victoria Combalía, una de las mayores conocedoras de la vida y obra de Maar, llevó a cabo en mayo de 2002 una gran exposición retrospectiva de su obra, en el Centro Cultural Tecla Sala de L’Hospitalet de Llobregat. Organizada por ámbitos temáticos, incluye más de 150 fotografías procedentes de más de 70 colecciones públicas y privadas, tanto de Europa como de Estados Unidos. 
Un intento según Combalía, de ‘’restituir el lugar que le corresponde dentro de la fotografía de los años 30 en Europa, con una calidad similar a la de Cartier-Bresson’’. 

Retrato de perfil con vasos y sombrero, 1930.
   
                                                    

Maria Soto

No hay comentarios:

Publicar un comentario