lunes, 25 de marzo de 2013

La influencia de Marie-Thérèse en Picasso

«Te veo frente a mí adorable paisaje MT
y nunca me canso de mirarte
tumbada de espaldas en la arena
mi querida MT, te amo
MT mi devorador sol naciente
tú estás siempre en mí, MT madre de acres y chispeantes perfumes de jazmín
te amo más que al sabor de tu boca
más que a tu mirada, más que a tu mano
más que a tu entero cuerpo, más y más
y más y más de lo que todo mi amor por ti va a ser capaz de amar nunca
y esto lo firma Picasso»

Poema dirigido a Marie-Thérèse el 28 de julio de 1936.

En enero de 1927, Picasso quedó cautivado por la belleza de una joven sueca llamada Marie-Thérèse Walter. En aquel momento, el pintor continuaba casado con la bailarina rusa Olga Khokhlova, sin embargo, ello no interfirió en el comienzo de una de las relaciones amorosas más intensas vividas por el arte.
En sus inicios, la relación se mantuvo en secreto, y su nueva musa se manifiesta vagamente en diversos dibujos y esculturas de fuertes alusiones eróticas. No obstante, en 1932, ese intenso amor furtivo salió a la luz, en una amplia retrospectiva del artista en la galería parisina Georges Petit. Aparecen imágenes serenas y armoniosas de una joven de cabellos rubios, cuerpo voluptuoso y dúctil, representada de diversas formas. La personalidad alegre de Marie-Thérèse, su físico y frescura de juventud, estarán siempre presentes en sus retratos.
Marie-Thérèse, 1935, Gagosian Gallery.

Una de las obras más representativas de la influencia de la joven en el artista, es ''La mujer sentada’’. La simplicidad de formas, la elección de colores ‘’matissianos’’, la elegancia en la postura y la delicadeza del rostro, reflejan a la perfección la potente y obsesiva atracción que el pintor sentía por su musa. Picasso llegaba a diluirse en Marie-Thérèse, el rojo intenso que emana de su vientre y torso, reflejan claramente las fantasías sexuales que la joven desataba en el maestro.
La mujer sentada, 1932, Colección privada.

En la década de los 30, Ambroise Vollard y Picasso colaboran en una importante serie de grabados. Sumergido en un vocabulario volumétrico, es en esta serie donde se percibe la enorme influencia que fue Marie para el pintor. La presencia constante de la figura del Minotauro nos hace pensar en su relación con la joven, entendiendo la figura del mito como expresión simbólica de su alter ego. La representación del Minotauro siempre aparece con carácter violento y feroz, mientras que la joven que aparece a su lado es representada con dulzura y delicadeza.
                                                                                                           
    
Serie La Minotauromaquia, 1936.

Fue tal la importancia de Marie en Picasso que incluso François Gilot, compañera del pintor durante diez años a partir de 1942, afirma tras descubrir las fotografías que este guardaba de la joven:

‘’ Consideré fascinante contemplar de cerca a Marie-Thérèse, dándome cuenta al instante de que ella era la mujer que había inspirado a Pablo plásticamente mejor que ninguna otra. Poseía un impresionante rostro de perfil griego. Todas las series de retratos que pinto Pablo entre 1927 y 1935 son exactas replicas de Marie-Thérèse. ‘’

A pesar de las constantes transformaciones anatómicas, Picasso jamás se alejaba completamente de las características particulares de su musa. La robusta plenitud de sus formas, los ojos almendrados, la nariz marcada y unos pechos redondeados, estarán presentes en su pintura incluso después de abandonarla.

Marie-Thérèse se convirtió en la mujer que más influyó en la obra del pintor. Fue su musa e inspiración durante años, y muy posiblemente la época que vivió con ella fue uno de los periodos artísticos más sobresalientes del artista. 

Maria Soto Ramos

1 comentario:

  1. Hasta que se cansó de ella y la sustituyó por Dora Maar.
    En el estudio de "les Grands Augustins" coincidieron Mª teresa y Dora mientras pintaba el mural, para la Exposición Internacional de París; hubo una escena de celos durante la que le pidieron a Picasso que se decidiese por una y el grán hombre les contestó que deberían disputárselo, a él, entre ellas.
    A lo mejor es, entonces, cuando decide pintarle a Dora Maar la lágrima que se aprecia en las fotos 4, 5 y 6 de la serie que realizó al lienzo y que Picasso decidió borrar definitivamente, más tarde.

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